jueves, 5 de septiembre de 2013

Problemas: DAM

En el salón de clases, la profesora me recuerda que me llevé la materia, y allí inicia todo como siempre. El agotamiento, el fastidio.
A veces me siento agotada, fastidiada, terrible. Siento que podría desmoronar la poca humanidad que queda en mi. Siento que mi cerebro se consume de a poco, que me voy volviendo idiota y siento miedo. Miedo por mi futuro, por mi, por lo que será de mi en ese futuro que no va a ser seguramente como yo lo espero. Tengo dislexia numérica. Eso significa que no soy capaz de analizar correctamente un cálculo matemático complejo, y que no soy capaz de razonar textos de alta complejidad. Estoy frustrada. Veo como mi mejor amigo y mi novio son capaces de sacarse dieces en todas las materias y yo dando mi mejor esfuerzo rasguño un seis. Me suena injusto, y a todo el que lea le va a sonar envidioso, y quizás lo sea, pero es lo que siento.
Mi cabeza es una bomba de tiempo, y siento que el único remedio que tengo es sentarme a ver como explota. No puedo hacer más que resignarme, porque ya luché lo suficiente contra él como para saber que es mas fuerte, y que me ganó. Y que cada vez que come una parte mas de mi cerebro, hasta dejarme vacía.
Tengo ese pensamiento extraño y amargo en donde especulo que voy a repetir, y, depende el momento, dejo que este fluya por mi mente o se detenga para hacerlo retroceder. Hay días donde mi cabeza admite que no sería tan malo. Dejaría de deber materias, haría nuevos amigos; pero por otro lado algo me grita que no, que no nací para terminar un año después el colegio. Que soy demasiado buena para perder un año de mi vida por un déficit. -Trago saliva, porque es eso o llorar y prefiero morir ahogada con el llanto en la garganta que soltarlo y mostrar mi debilidad frente a todos- En ese momento recuerdo la escena de Divergente que había leído la noche anterior. Tris Prior, la principal, se entrega y se sacrifica por toda su facción a los Sabiduría, sabiendo que iban a matarla, pensando que eso era lo mejor: morir. Pero justo cuando estaban por matarla se da cuenta que ella no quería eso para sí, que en su pecho había un fuego que deseaba vivir, y que aunque ella estuvo pensando en su muerte todo este tiempo, no quiere morir realmente. Me siento igual que ella. Quiero repetir, siento que me lo merezco, pero sé que no. Sé que merezco salir adelante y terminar con todos mis compañeros, que no puedo rendirme, que tengo que pelear, que tengo que pasar a sexto año.
Pienso en qué sería mi vida a pesar de que terminase o no en tiempo correcto mi trascurso escolar. ¿Qué pasaría entonces? Tendría que estudiar una carrera, una que no me guste, porque todas las que amo contienen números, y ellos me hacen entrar en pánico. Seré una fracasada, siempre me digo, pero no quiero tomarlo enserio, aunque sé que debería. Prefiero ignorarlo como parte de un dramatismo excesivo. Pero sé, que si tuviera que vivir con dislexia toda mi vida, preferiría que me maten… o morir.
En ese momento pienso lo bien que me haría hablar con alguien fuera de las cuatro estúpidas y húmedas paredes de la habitación. Alguien que me entienda, o al menos me escuche. Alguien que no se corra cuando me apoye en él para llorar mi angustia, y mi dolor. Alguien que luego de saber que tengo dislexia, no me trate diferente, me rebaje, o me subestime; sino que sigamos de igual a igual.
Ellos me hablan, y contesto con un chiste. ¿Por qué hago un chiste? Se supone que tengo que estar enojada, o triste, no haciendo chistes. Odio hacer chistes en estos momentos porque todo el mundo piensa que estoy bien… a veces me gustaría que me notaran mal y se preocuparan por mi un poco. Las lágrimas vuelven a mis ojos y trato de parpadear rápido para que nadie los note.
Admito que estoy asustada de repetir, lo admito, pero eso no hace que deje de pensar que estoy cansada de luchar.
Sí, la estoy pasando mal.
Recuerdo un sueño que tuve: donde me cansaba de vivir así, con miedo, con angustia, con dolor, bajo la sombra de las personas más valiosas para mi y decido irme.
Compro aerosoles y escribo cada pared con frases como me cansé de esto, ya no quiero más, perdónenme papá y mamá, y emprendía viaje. Cortaba mis venas tan profundo que llegaba a pensar que mis manos caerían a los costados de las piernas… en el suelo. ¿Por qué las quería allí?; me despierto aliviada, respiro con tranquilidad, como si hubiese revivido, pero aún así tengo la respiración acelerada más acelerada que otras veces, me doy vuelta y continúo durmiendo.
¿Esa sería la solución? ¿dejar este mundo? Siento que lo que busco no lo encontraré aquí, pero tampoco sé si existirá otro lugar donde buscarlo.
Hace demasiado tiempo estoy así, fingiendo que todo está bien cuando se que mi cabeza se está convirtiendo en basura. Y no quiero, tengo miedo. ¿Qué va a ser de mi? ¿Dónde voy a terminar? ¿Qué ocurre si no puedo estudiar las carreras que más me gustan por este maldito déficit? Quiero un buen futuro con el cuál alimentar bien a mis hijos, pero temo que este problema pueda arrebatarme esa posibilidad, o aún peor, que ellos tengan que luchar con esto también. Realmente no quiero eso para ellos.
No es fácil esta vida, mucho menos para el que la vive. Nadie entiende, solo lo harán quienes están en mi zapatos… y espero que sean pocos, porque la realidad es que esta vida es horrible.