¿Cómo alguien tan importante para nosotros de un día al otro puede volverse tan insignificante? ¿cómo hacemos para apartar ese dolor que parece quebrarnos el pecho en dos y corroer todas nuestras ganas de iniciar un nuevo día?
Posiblemente porque el humano es un ser de supervivencia. Está preparado para afrontar cualquier cosa y aún así continuar. O quizás es solo la naturaleza de unos pocos y estoy generalizando porque yo lo vivo constantemente y me parece algo innato.
Hoy me pregunto en qué momento te hiciste polvo, en qué momento pasaste de ser mi mundo a sólo alguien que me tendió una mano por un largo y necesario periodo de tiempo. Hasta el día de hoy no entiendo cuándo fue que decidí dejarte atrás, pero es lo mejor que pude hacer. Nunca alejarme de alguien me causó tanta satisfacción.
Y si te lo preguntas: no. No me arrepiento de haberte elegido como mi salvavidas en muchas ocasiones, pero ahora mismo entiendo que nada de lo que hubieses podido brindarme habría cubierto mis expectativas en la exigente y exitosa vida que me prometí tener―después de tanto dolor y de tanto caos, creo merecerlo―y vos nunca estuviste a la altura de eso.
Traté de hacerte encajar en un mundo que no te pertenecía. Intenté hacerte pensar en el futuro pero siempre decidiste vivir como si fuese tu último día, y yo terminé enredada en esa vorágine, perdiéndome. Pero ya no más.
Me encontré con lo que supe ser, con la parte que me es útil y que jamás debió apagarse. Con la parte de mí que tiene sed de crecimiento y que sólo busca triunfar a costas del honor y el trabajo arduo. Si bien tengo que admitir que por momentos no puedo abstenerme de esa costumbre kamikaze que adquirí, debo decir que cada vez la controlo un poco más. Cada vez hay menos de vos en mí.
Que te fueras fue un golpe tan bajo que en algún punto me hizo llegar a pensar que era mortal, pero no. Acá me ves. Fuerte, más fuerte que nunca. Creíste que al soltarme caería en un agujero negro del que jamás podría salir, y sin embargo te asusta ver a la niña que tanto usaste, difamaste y subestimaste más viva que nunca. Como un verdadero fantasma en tus recuerdos; porque en mi memoria no hay nada más muerto que mi pasado junto a vos.