sábado, 11 de octubre de 2014

One shot (Colaboración).

Estaba cansada. Quería llegar a casa, quitarse los tacos tan altos, la pollera tan ajustada y tirarse en su tan cómodo sofá. Un maratón de CSI: Miami no vendría mal.
Su mente le pedía, de rodillas, que no encendiera el televisor. Él estaría por todos lados, ella a su lado. Sentía descompostura. Ugh, iba a vomitar todo su amor, todos sus minutos juntos, todas sus pasiones desatadas. Quería odiarlo. Quería odiarla. Todo su esfuerzo era en vano.
Se presentó en su trabajo, como todos los días. Implacable. Sin un pelo fuera de lugar. Era así.
―Buenos días, Eve. – su jefe le sonrió. Intentó no caer. Intentó resistir. Intentó pensar en otra cosa, que la evitara caer en eso. "Gáname", le gritó la última vez que se vieron. Lo gritó con furia, desesperación.
― Ni se te ocurra. –Cerraba los ojos y sentía sus manos en lugares que no debían. Él era casado. Y ella su sucia amante.
―¿Qué no se me ocurra qué? ¿Saludar a mi empleada? ¿A mi asesora? Por vos estoy en este lugar. En donde siempre quise estar. Sos a quien amo. Con quien quiero compartir la casa de Niza, que construí solo para nosotros, nuestros hijos. Dejarla a Sophia y hacer nuestra vida. ¡Pero no podemos! ¿Por qué?
― ¿El Presidente de los Estados Unidos de América quiere todo servido en bandeja verdad? Pues no, Henry. No. No voy a venir a vos, decirte que sí a todo y un "felices por siempre". Me tuviste en tus manos demasiado tiempo. Y me cansé. Estar atrás de Sophia todo el tiempo, siendo estúpida, creyendo en todo lo que me decías. ¡Y ME CANSÉ! No soy un premio o un trofeo que puede esperar por siempre a que lo ganes. Y sí, sin mi no serías presidente. Estarías en toda clase de líos. POR MÍ SEGUIS A FLOTE. Suerte en tu próxima campaña, la vas a necesitar. Yo no voy a estar de tu lado. Ya no me podes ganar. Me perdiste definitivamente. No me amas.
―Si lo hago. Que vos seas una testaruda, cerrada, no es mi culpa. Por vos estoy dispuesto a dejar todo esto. A ser un soccer dad. Por vos doy todo, Evelyn. ¿Acaso te animas a dudarlo? Me has dejado miles de veces y te he vuelto a ver, con los brazos abiertos, esperándote a que vuelvas a donde perteneces, conmigo. ¿Es tan difícil simplemente quedarte conmigo?
― Lo es, Henry. Lo es. ¿Sabes por qué? Porque luego de tres años no la dejas. Sigo siendo nada. Pero a ella la destruiría que la dejes sin la Casa Blanca, las perlas y el honor de ser la Primera Dama. La pones a ella sobre mi. Y eso, no me parece bien. Te contradecís en tu discurso. Ya no soy tuya, Henry. Ya no más. –tomó mi bolso y lo miró a los ojos – mi renuncia en tu escritorio, mañana a primera hora.
Ser la tercera en discordia no es lindo. Ser la ¿Segunda Dama? de los Estados Unidos de América no es satisfactorio. Lo que es lindo y satisfactorio en su vida, no está allí en Washington.
Y Henry no volvió a oír de ella.


― Luciana Díaz, octubre 2014.
Mil gracias por el One Shot, amiga mía.

jueves, 2 de octubre de 2014

Renacer.


Y al fin sucedió. Cuando pensaba que jamás podría encontrar a alguien que me haga sentir esas "mariposas" en la panza, apareció él. Alto, amable, divertido, a primera vista lo consideré «tranquilo», pero nada más lejos de la realidad. El hambre de querer «algo más» para esta vida en sus vívidos ojos color cielo me hicieron tambalear las piernas desde la primera vez que nos vimos.

Nos volvimos momentáneos y fugaces compañeros de departamento, convivimos de manera casi casual y sin pensar en que pasarían tantas cosas en tan solo una noche. Compartimos charlas que jamás había tenido con nadie, sólo porque me inspiró la confianza necesaria; le abrí mi alma, mis miedos y hasta mis peores errores sólo para que supiera en lo que se estaba metiendo; pasé por uno de sus ataques y aún así acá seguimos. Acá sigo. Pensando en él cada segundo como si hicieran días que no lo veo.

Logró distraerme de todo y de todos. 

Logró que acepte que cuando algo no funciona, simplemente hay que dejar que siga su rumbo por mucho que duela, porque «no se puede estar en el puerto si el barco ya partió a otro destino hace bastante».
Logró que acepte arrancarme del pecho a la persona por la cual tantas noches lloré en sus piernas pidiéndole que me matara antes de seguir sintiendo como se me marchitaba el alma sin él.

Hoy, tengo la oportunidad de presenciar un nuevo amanecer. Es un nuevo día, una nueva oportunidad  para el alma de renacer, y no pienso desperdiciarlo.