A veces me sorprendo de mis propios dones. De esa capacidad continua de poder quebrar mi ánimo y seguir como si nada.
A veces me pregunto si es realmente una cualidad, y es que realmente todo el tiempo estoy quebrando mi ánimo. Me siento vulnerable frente a todo―y todos―. Frágil como la porcelana. Constantemente al borde de la cornisa; a punto de caer en el abismo sin nadie que me respalde. Quizás es algo mío o quizás sea que la sociedad me volvió este pichón indefenso que soy hoy.
Últimamente no dejo de decir que me volví un fénix por inercia, y tristemente es cierto. Así como caigo en picada, vuelvo a levantar vuelo. Y muchos creerán que es maravilloso, pero no.
A veces simplemente me gustaría sentir el dolor. Explotarlo en mi pecho; agotar el sentimiento hasta que simplemente ya no pueda soportarlo y algo me obligue a superar la situación, pero desafortunadamente no puedo. Siempre que estoy cayendo, nunca toco fondo realmente. No sé qué es caer de lleno en una situación. Desconozco lo que es volverse curador de su propio dolor.
No poder sentir dolor por completo me limita a sentir dolor todo el tiempo. Raro, ¿no? Y es que para mí, los momentos nunca tienen un fin. Son un uróboros. Al no poder llegar al fondo de una etapa, al no poder experimentar esa sensación de que una determinada situación te hizo morder el polvo, destruyéndote por completo; nunca aparece la oportunidad de superarla. Una situación que nunca se supera, en el tiempo, se vuelve constante. Se vuelve sempiterno. Un martirio.
Nunca me permití llegar al fondo de un sentimiento porque tengo miedo de firmar un contrato de dependencia con él, y no poder salir jamás. Mi mayor miedo es caer en la tristeza y no querer levantarme nunca.
¿Cómo puedo ser tan frágil y tan fuerte a la vez? ¿soy un pichón de fuego o realmente un ave fénix? ¿qué tan contradictoria puedo ser como para que ambas cualidades convivan en paz, formando así mi carácter? ¿cómo puede ser que aún no haya colapsado frente a todo este dolor que siento, y frente a toda la fuerza voraz que hay en mi pecho y que no me permite caer totalmente?
Sigo intentando deliberar si soy vulnerable o fuerte. Creo que ambas, creo que ninguna; al menos no por completo.
A veces de tantas cosas que siento, termino por sentir nada.
jueves, 16 de junio de 2016
jueves, 9 de junio de 2016
Decisión(es).
Las decisiones son algo cotidiano en nuestras vidas.
Salir con paraguas o elegir mojarnos bajo la lluvia, desayunar o almorzar un domingo cuando nos levantamos en horarios del mediodía. ¿Dulce o salado? ¿vestido o pollera? ¿ir o no ir?
Pero hay decisiones más difíciles. Elecciones que pueden condicionar nuestro futuro. Y no, no hablo de esa carrera en la facultad que iniciaste y no terminaste. O de ese colectivo que dejaste pasar aún sabiendo que ibas a llegar tarde. Hablo de las decisiones del corazón.
¿Qué hacer cuando todo te indica que no puede ser y, a la vez, que todo está comenzando? ¿cómo saber cuándo darse por vencido? ¿cómo entender que ya no puede ser?
¿No soy suficiente? ¿tengo que seguir esperando? No me caracterizo por tener paciencia y no sé de dónde la estoy obteniendo ahora, pero hay algo que sí sé: y es que se me está acabando.
Sé que las cosas llevan tiempo, pero en este momento siento que tengo que tomar una decisión, y sólo quiero elegir la que duela menos; porque de todas formas, va a doler.
Cuando tenes que tomar una decisión, el tiempo es crucial. Porque a veces cuando vos elegiste qué camino tomar, hubo alguien que se adelantó y ya decidió por vos. Y muchas veces no concuerda con lo que querías, pero ya es muy tarde para volver atrás, porque tardaste demasiado en decidirte.
Dejar pasar el tiempo, también es una decisión.
Salir con paraguas o elegir mojarnos bajo la lluvia, desayunar o almorzar un domingo cuando nos levantamos en horarios del mediodía. ¿Dulce o salado? ¿vestido o pollera? ¿ir o no ir?
Pero hay decisiones más difíciles. Elecciones que pueden condicionar nuestro futuro. Y no, no hablo de esa carrera en la facultad que iniciaste y no terminaste. O de ese colectivo que dejaste pasar aún sabiendo que ibas a llegar tarde. Hablo de las decisiones del corazón.
¿Qué hacer cuando todo te indica que no puede ser y, a la vez, que todo está comenzando? ¿cómo saber cuándo darse por vencido? ¿cómo entender que ya no puede ser?
¿No soy suficiente? ¿tengo que seguir esperando? No me caracterizo por tener paciencia y no sé de dónde la estoy obteniendo ahora, pero hay algo que sí sé: y es que se me está acabando.
Sé que las cosas llevan tiempo, pero en este momento siento que tengo que tomar una decisión, y sólo quiero elegir la que duela menos; porque de todas formas, va a doler.
Cuando tenes que tomar una decisión, el tiempo es crucial. Porque a veces cuando vos elegiste qué camino tomar, hubo alguien que se adelantó y ya decidió por vos. Y muchas veces no concuerda con lo que querías, pero ya es muy tarde para volver atrás, porque tardaste demasiado en decidirte.
Dejar pasar el tiempo, también es una decisión.
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