lunes, 7 de diciembre de 2015

Muerte súbita.

Y en la mañana se dieron cuenta―o eso parecía―de que ella se había abierto paso entre ellos sin que se dieran cuenta. Habían sido perseguidos, alcanzados, vencidos y mutilados por algo desconocido, aún más fuerte que todos juntos. 
Los sorprendió la súbita espera que entre ellos aguardaba el momento indicado para atacar. Y allí estaban ellos, indefensos, muertos sin ningún motivo; y con tantos a la vez que era imposible indicar cuál era el principal de su eterno descanso. O castigo. 
Les llegó su hora.

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