jueves, 7 de enero de 2016

Extrañar(te).

En este sitio existen muchas causantes de dolor. Hay dolor físico y hay dolor emocional. Hay dolores indescriptibles y dolores avasalladores. Pero ninguno se compara al de extrañarte. 
No sé si es el tiempo o la distancia. O el pensar que pocos planes me habían entusiasmado tanto como el conocer aquella tierra fría. No sé si me duele el haberte dejado ir o el saber que nunca vas a volver. No sé qué me duele más, pero me duele. 
Tengo una bomba de tiempo en el pecho llena de sentimientos cruzados y miles de razones por las cuales no debería escribir(te) esto, pero al igual que siempre, nunca nada me es suficiente para impedírmelo. 
No existen cantidades de palabras que alcancen a describir cuanto extraño tu voz, tus conversaciones, tus palabras, tu forma de ser y de pensar; y todas esas cosas que me hacían pensar en un futuro mejor. 
Es una sensación que se prendió en mí como una brasa, y que no puedo apagar. Y quizás sea porque tampoco tengo ganas de hacerlo. 
No tengo intensiones de ser una molestia, simplemente no podía pasar un día más sin hacerte saber que te equivocaste al pensar que no modificaste en nada mi ser.

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